EL EGEL Y LA AUTONOMIA: DISCUSION EN TORNO A UN PROYECTO DE PAIS
El tema del Examen General de Calidad Profesional (EGCP), ahora llamado Examen General para el Egreso de la Licenciatura (EGEL), sabe Dios por que motivos, ha permitido que en la comunidad universitaria se discutan las implicaciones que este tipo de evaluaciones tienen para los estudiantes, académicos y trabajadores de nuestra Universidad.
A partir de los acuerdos tomados en la XXVIII sesión ordinaria de la ANUIES en noviembre del año pasado, en donde se establecen los lineamientos para introducir el EGCP en los reglamentos de exámenes y de titulación como requisito previo a la titulación en las Instituciones de Educación Superior (IES), los estudiantes de esta casa de estudios comenzamos la discusión y el análisis sobre el citado examen, invitando a especialistas en el tema a participar en Foros, conferencias y algunos otros eventos.
Sin embargo, aún con la continua discusión, faltaba información para el grueso de las comunidades universitarias. Es por esto que nos parece acertado que la UAM haya formado una comisión de Colegio Académico, para entregar a la comunidad información y promover la discusión publica, así como una consulta que permita decidir sobre la implementación o no de este examen en nuestra universidad.
Venimos a esta mesa de discusión con el objetivo de plantear nuestra perspectiva sobre el proyecto de país que observamos detrás del EGEL y sobre el proyecto de país que nosotros consideramos debe formarse en las IES en el contexto de la globalización. Retomamos para ello los temas de la Autonomía y de la función social que las IES, básicamente las públicas, deben presentar para cumplir el compromiso que tienen con la sociedad.
Recordemos, primeramente, lo que se nos plantea como EGEL.
El EGEL es un mecanismo de evaluación externo a las IES que es elaborado y aplicado por el Centro Nacional de Evaluación de la Educación Superior (CENEVAL), asociación civil creada en 1994 para evaluar y certificar la calidad de la enseñanza de las IES, así como los conocimientos y habilidades básicos de los estudiantes terminales de este nivel educativo.
El EGEL consiste en conjuntos de pruebas idóneas, aplicadas a los egresados de las IES del país, con el objeto de medir y evaluar los conocimientos y habilidades de su formación académica, según los Conceptos Básicos de la propuesta del EGCP.
De igual forma sus principales objetivos son: informar a la sociedad mexicana acerca de la calidad en la formación académica, contribuir a la evaluación de la calidad en la educación superior, ampliar el conocimiento del que disponen las instancias gubernamentales para las políticas de apoyo y asignación de recursos, así como informar al profesionista acerca del nivel alcanzado.
El EGEL consta además de diferentes políticas para su aplicación, pero en general esta planteado como un examen de opción múltiple, desarrollado en los consejos técnicos del CENEVAL, siendo de carácter nacional, es decir contendrá los conceptos básicos de la carrera a fin de ser aplicado en las IES.
Dentro de la propuesta del CENEVAL y la ANUIES para la aplicación de dicho examen, resalta el hecho de que el objetivo es medir los conocimientos y habilidades mínimos que el egresado de la Educación Superior debe tener para poder ingresar al campo laboral. Es decir, pretende medir la calidad de los estudiantes y por extensión de la IES de donde proviene a partir de criterios mínimos de preparación.
Sin embargo, también en la propuesta se ha planteado que no será requisito para la obtención de la cédula profesional el aprobar el examen, pero si será requisito el haberlo presentado. Es decir, un egresado puede no cumplir con esos "criterios mínimos" y obtener su cédula sin ningún problema, siempre y cuando haya presentado el examen.
Concediendo, y esto solo a manera de posibilidad, que el examen realmente midiera los mínimos necesarios para el desempeño profesional, habría que preguntar en que beneficia a la sociedad que un profesionista no tenga la mínima preparación para ejercer, pero que tenga su cédula por el simple hecho de haber presentado el EGEL, junto a los otros requisitos para la titulación. En el fondo, lo que vemos no es un mensaje para la sociedad, sino para los empleadores, ya que lo que se garantizará no es un mínimo de conocimientos y habilidades que difícilmente pueden ser medidos en exámenes de la naturaleza del EGEL, sino la implantación de mecanismos de homogeneización de contenidos educativos que reproduzcan el sistema económico actual.
Podríamos pasar varias horas discutiendo sobre las ambigüedades y contradicciones que se presentan en el EGEL, sin embargo, preferimos entrar en el tema que nos ocupa.
Este examen nos lleva a cuestionar si es posible hacerlo de manera que abarque los conceptos básicos de todos los planes de estudio de las IES que ofrecen una licenciatura.
Quizá sea conveniente explicar por qué a los estudiantes nos preocupa la aparición del Examen General para el Egreso de la Licenciatura, como un mecanismo para evaluar los conocimientos y habilidades aprehendidos durante nuestra formación profesional así como la consecuente certificación que evaluaciones de este tipo originarían en nuestras instituciones.
No tememos a la evaluación, pues durante nuestra formación académica, cosa que posiblemente ignoran los señores de la ANUIES y el CENEVAL, los estudiantes nos enfrentamos a procesos evaluatorios desde que ingresamos, hasta la conclusión de nuestros estudios.
Tampoco tememos a la certificación social, a la que estamos sujetos desde el momento que ingresamos al campo laboral.
Para las autoridades educativas gubernamentales el EGEL significaría orientar con mayor precisión el financiamiento a la educación superior, con las lógicas consecuencias de limitación de matriculas y de plantillas laborales, incremento de cuotas, recortes salariales y disminución recursos materiales, lo cual incidirá en un menor aprovechamiento y peores resultados en el EGEL, llegando a un circulo vicioso de presupuesto y "calidad Profesional".
El argumento de que el EGEL permitirá al egresado encontrar trabajo, es falso, pues la creación de empleos depende del desarrollo de la economía y no de la confianza hacia los egresados, por los empleadores, en su capacidad.
Por otra parte, el EGEL no cambiará las preferencias de las empresas por la Universidad de procedencia, ni sustituirá su proceso de selección interno. Lo único que conseguirá la aplicación del EGEL, será crear las condiciones para discriminar a los profesionistas que no tengan el "certificado de calidad" y obligarlos a aceptar salarios más bajos, por ver desvalorizado su título profesional.
La educación superior no mejorará con la aplicación del EGEL, debido a que solo dará a conocer los resultados del sistema educativo sin analizar las causas sociales, económicas, pedagógicas, etc. que incidieron en tales resultados.
Citando a Gilberto Guevara Niebla "El sistema educativo se ha separado paulatinamente del desarrollo nacional. Ha dejado de ser un instrumento de Igualdad y Justicia."1 Ante esto nosotros los estudiantes creemos firmemente que existen esperanzas de vivir en una sociedad con igualdad de oportunidades en la cual los universitarios jugamos un papel importante en el desarrollo de un proyecto nacional, que se base en el respeto a los derechos humanos y el desarrollo sustentable: en una verdadera solidaridad
con nuestra comunidad y reconociendo las diferencias culturales de nuestro país y afrontando los problemas sociales que se presentan día con día en el contexto nacional.
Hasta ahora son muchos los conflictos que aquejan al actual sistema de educación superior: el financiamiento, la enorme burocracia, la deficiencia terminal, la intervención en los asuntos académicos por parte de grupos de poder políticos e ideológicos que violentan la autonomía universitaria, la mala orientación vocacional, la farsa oferta de un status por el hecho de estudiar una licenciatura, la creciente demanda por ingresar a la educación superior entre otros muchos problemas.
Estamos en el momento justo en que no podemos seguir pasando por alto el replanteamiento de la función que social que han venido desempeñando nuestras Universidades y plantear una verdadera función social de la Educación Superior conjuntamente con un proyecto de nación que responda a las necesidades sociales actuales.
Una función y compromiso que tenga sustento en la formación interdiciplinaria y humanista para resolver los problemas sociales que padecemos, así como ampliar y preservar la autonomía de las instituciones de educación pública y supervisar a aquellas instituciones que lucran con la educación y su función esta dirigida a empresas, siendo apoyadas por las políticas de los últimos sexenios creciendo rápidamente.
La autonomía, como un concepto que garantiza, que la
investigación, la docencia y la preservación de la cultura no se superediten a la visión de los funcionarios educativos, sino que se lleven acabo dentro de los lineamientos de la Ley Orgánica, cumpliendo con la función social de la Universidad y el desarrollo de estas.
En el caso de la UAM, la Ley Orgánica establece que las actividades universitarias deben responder a las necesidades de la sociedad (art. 2 frac. I) y a los problemas nacionales (art. 2 frac. II), el fin de la universidad ya está establecido, la manera de llevarlo a cabo es responsabilidad de órganos colegiados académicos que, no deben permitir que instituciones externas los presionen para enseñar o investigar, o no hacerlo.
Al hablar de Autonomía, mas que buscar la calidad o la certificación de nuestra Universidad, a través de instrumentos o políticas externas, debemos de preocuparnos las Universidades, Asociaciones o institutos afines, por demandar un aumento al presupuesto para la Educación en nuestro país, ya que el presupuesto a la Educación no debe ser recortado como a sucedido a últimas fechas sino al contrario, en vez de ponernos nuevos lineamientos que dificulten nuestro ejercicio profesional, la políticas gubernamentales deben estar orientadas hacia el aumento de este, propiciando una mejor docencia, servicios, infraestructura, entre otras cosas, que se reflejen en incremento de investigación, una mejor función social y un compromiso de responsabilidades compartidas con la sociedad.
La Autonomía, concepto que debemos retomar en las Instituciones de Educación Superior para plantear un verdadero proyecto de nación, no viciado desde el exterior, y ser verdaderos productores de ciencia, tecnología y conocimiento y no ser reproductores de técnicas exigidos en el mercado de la globalización que se ha venido implantando como supuesto proyecto nacional.
Si hablamos de evaluación esta debe ser un mecanismo sustentado a partir de las necesidades sociales que permita determinar si las IES en realidad están respondiendo a la sociedad y el país en general y no ser es un medio del que quiere valerse la burocracia educativa para justificar la exclusión. Como señala el DR. Angel Díaz Barriga, cito, "La evaluación es empleada en este fin de siglo, no solo con la aspiración de asegurar el funcionamiento del sistema educativo, sino también para justificar la exclusión -o negación de oportunidades- de quienes, se considera, no merecen estar en el sistema educativo o recibir un determinado tipo de educación", fin de cita.
Es hoy cuando las Universidades, las públicas principalmente, están llamadas a tomar un papel más activo en la vida social, cultural, científica, tecnológica, económica y política, siempre conservando su carácter autónomo y objetivo.
Desde nuestra perspectiva, y esto es uno de los elementos fundamentales para la discusión, el EGEL debe ser entendido no como el resultado de la necesidad de las IES por mostrar a la sociedad la calidad de la enseñanza proporcionada a sus estudiantes, mucho menos como un mecanismo que desempeñará "funciones esencialmente constructivas y educativas, en lugar de la función meramente calificadora, excluyente y penalizadora que frecuentemente se ha atribuido a la evaluación del conocimiento"2.
Nosotros vemos en el EGEL la aplicación instrumental de una concepción educativa: la que ve en la Educación Superior un medio de capacitación para preparar al "capital humano" que las grandes empresas necesitan, partiendo para ello de una también muy particular concepción de país y de sociedad: país como aquella cosa desdibujada por la globalización en donde aún se puede atraer inversión extranjera, ya sea para actividades en empresas productivas de bienes y servicios, ya para la inversión especulativa o para el "alegre" turismo sexual. Sociedad como una gran consumidora, solo eso, como un ente amorfo que debe ser alimentado por las maravillas del progreso y la modernidad, y quien espera, en última estancia, que los egresados de la Educación Superior estén capacitados, con mucha calidad eso sí, para integrarse al campo laboral que ofrecen las empresas, para poder mejorar la condición de gran consumidora de una sociedad que no debe aspirar a ser algo mas que un conglomerado de seres unidimencionales con una sola concepción de la vida: la de consumir.
Resultaría inútil pretender opinar con fundamentes sobre el EGEL sino se tiene plena conciencia de que este es un instrumento de la modernización de la Educación superior, que en nuestro país viene aplicándose con mayor fuerza, desde el Gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Desde nuestra perspectiva la modernización de la Educación Superior, tal como la ha planteado el gobierno y la han recogido los organismos educativos encargados de la evaluación y de la elaboración de políticas, parte de una concepción utilitarista y pragmática de los procesos y resultados de la Educación Superior.
Una Concepción que plantea para el país la adopción de criterios para la evaluación y la elaboración de políticas para la Educación Superior, basados en las necesidades empresariales, siendo lo más grave el acatamiento irreflexivo de estas autoridades (ANUIES, CENEVAL, CONACyT, etc.) a los dictados de organismos supranacionales (BM, FNI, BID, etc.) y de países altamente industrializados.
Estas no son meras especulaciones producto de la histeria, son la conclusión del análisis de la ANUIES, el CENEVAL y la CONAEVA. Por ejemplo, en un seminario internacional sobre evaluación de la Educación Superior, celebrado en Avandáro, Edo. México de 26 al 28 de junio de 1991, la SEP y la CONAEVA plantearon la perspectiva que las autoridades educativas tienen en torno a la modernización de la Educación Superior, básicamente en tres aspectos: evaluación, promoción de la calidad y financiamiento.
En las paginas de la publicación del seminario, encontramos que para el entonces Secretario Técnico de la CONAEVA, Víctor Arredondo, "el gran reto para la Educación Superior de nuestra época, caracterizada por el progreso sin precedentes del saber científico y tecnológico, ya no solo consiste en dar respuesta cabal a las demandas sociales que le exigen realizar de mejor manera sus funciones y constituirse en auténtico sistema de apoyo a los cambios estructurales que la sociedad actual se propone, sino en articular acciones que le permitan fortalecer su papel protagónico de anticipación y liderazgo social"3.
Para fortalecer el papel protagónico en las IES el Sr. Arredondo ubica tres componentes que deben ser tomados en cuenta para incrementar la calidad de la Educación Superior: la época globalizada en la que estamos inmersos que según él lleva a replantearse los procesos y sistemas educativos dado lo obsoletos que resultan dentro del nuevo contexto internacional. Un segundo componente hace referencia al desarrollo científico y tecnológico que hace necesario la adecuación de la "cultura científica" a los nuevos procesos productivos. Por último, señala que el tercer componente es el nuevo orden internacional, en donde la Educación Superior debe enfocarse a las necesidades de integración macroregional, a fin de facilitar la generación de recursos humanos y de procesos productivos altamente competitivos.
Así planteado, no suena descabellado pretender que las IES adecuan sus programas y políticas al contexto mundial prevaleciente. Pero vemos que esta adecuación no responde a las necesidades sociales ni a un proyecto propio de país, sino a una obediencia ciega y sorda a los dictados del poder económico transnacional.
A nosotros nos preocupan los aspectos concretos de como se esta llevando a cabo la modernización de la Educación Superior así como la perspectiva de las autoridades educativas con respecto a o que deben ser las IES frente a la sociedad. Queremos, pues, dejar señalado que la modernización es la forma en que la globalización impone sus patrones culturales, económicos, políticos y sociales a los países no desarrollados. En ese sentido modernizarse significa adecuarse al proyecto de mundo que imponen las naciones industrializadas y altamente tecnificadas.
Hacer frente a los retos de la modernización es la tarea que las IES tienen por delante. Resultaría absurdo pretender simplemente aislarse de los procesos globalizadores. Pero hemos visto que la forma en que los encargados de adecuar la Educación Superior en nuestro país a las nuevas necesidades y exigencias que plantea un mundo globalizado está muy alejada de representar un modelo que verdaderamente cumpla con ese objetivo.
Basta con revisar el sentido y la elaboración del EGEL para darse cuenta que esta totalmente vinculado a la idea de integrar la evaluación de la calidad de las IES, concretamente en los resultados (es decir, en la calidad de los estudiantes terminales), a las necesidades la modernización económica neoliberal, entendiendo a la sociedad solo en relación a los empleadores de la fuerza de trabajo profesional.
Si realmente se pretende que la educación superior sea un factor de desarrollo para la sociedad, no se debe asumir como proyecto de país a un modelo que ha sido pensado para satisfacer las necesidades del capital no del ser humano, que impone unilateralmente sus criterios, dejando como elemento meramente formal el escuchar los planteamientos que no comparten sus puntos de vista. En ese sentido, consideramos que las estrategias promovidas por la ANUIES, el CENEVAL, entre otras, para evaluar y certificar los procesos y resultados de las IES no contribuyen a la solución de los grandes problemas nacionales, pues actúan como mecanismos de exclusión social y de reproducción de un sistema económico que está llevando a la humanidad a un callejón sin salida.
Si hemos de participar en un mundo globalizado, debemos partir de un proyecto de país propio, que responda a las necesidades sociales desde la lógica de nuestra especificidad, no negando los avances científicos y tecnológicos, ni tampoco la necesaria vinculación entre las IES y el sector productivo, pero manteniendo nuestra autonomía y, sobre todo, aprovechando la globalización para el desarrollo del país, de TODO el país, no sólo de unos cuantos. Más aún, la ciencia y la tecnología deben ser desarrolladas en nuestras IES y no sólo capacitar a los estudiantes como "operadores calificados". Por lo tanto, el EGEL es un instrumento que debe desaparecer.
Así, pues, sin un verdadero proyecto de nación, planteado desde las IES, podemos decir que el México que nos presentan no será otra cosa que un país de progreso castrado por el atraso.
Autores: Edgar Miguel Góngora Jaramillo.
Daniel Jacob Bobadilla Bernal.
Alberto I. Obregón Medina.
México D.F., a 27 de octubre de 1998.
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1 Gilberto Guevara Niebla (Compilador), La catástrofe silenciosa, FCE, México, 1992.
2 Documento de trabajo del Consejo Nacional de la ANUIES, para ser revisado por la asamblea general de la Asociación, (XXV Sesión ordinaria. Mérida, Yucatán, 28-30 de abril de 1993)
3 Evaluación, Promoción de la calidad y Financiamiento de la Educación Superior (experiencias en distintos países), SEP CONAEVA, Editor y compilador Víctor A. Arredondo, México 1992. Pags. 17 y 18.