Ilustración: Ana María González |
“Mis disparates no me dejan otra salida”.
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Deirdre posiblemente es mi personaje más querido, y sin duda uno de los más evolucionados. Empezó como una ingenua chica de familia rica que se escapa de su hogar en busca de aventuras... para darse cuenta de que las cosas no son como en las novelas que tanto le gustan.
Deirdre fue el primer personaje que inventé para jugar rol, hace unos cinco
años. Fue casi casi un experimento. Tenía ganas de jugar con un personaje
que fuera totalmente opuesto a mí, y diferente de los que habían elegido
mis amigos que compartían el juego: mientras que los personajes de ellos estaban
matizados con toda clase de traumas, problemas y mortificaciones, mi Deirdre era
una persona hasta cierto punto feliz, muy optimista y con muchas ganas de vivir.
Era una elfa, porque a mí me gustan mucho los elfos, y su edad era equivalente
a la adolescencia humana, simplemente porque su ingenuidad y, llamémoslo así,
fresismo, son difíciles de concebir a una edad mayor. Cuando la inventé,
no le tenía mucho cariño, porque siempre me han caído gordos
los fresas. Ni idea tenía entonces de que esa muchachita se iba a ganar mi
corazón tras la primera serie de aventuras. Los directores del juego prácticamente
se ensañaron con ella; como que su alegría natural los tentaba a ello.
En efecto, a medida que los acontecimientos iban modificando su carácter aniñado,
Deirdre se fue convirtiendo en un personaje interesante, complejo y tremendamente
vivo, con una personalidad tan fuerte que simplemente surgía por sí
sola. ¿Han oído hablar de personajes que a veces se salen del control
de un escritor? A Shakespeare le ocurrió con Mercucio, de Romeo y Julieta.
Creo que con Deirdre me ha pasado lo mismo. Después de una serie de desveturados
acontecimientos, a enumerar: una traición amorosa, un embarazo inoportuno,
el abandono de los amigos, un intento de suicidio y la pérdida de seres queridos,
el carácter de Deirdre se fue transformando hasta ser el de una persona que,
a pesar de la extrema juventud, ha vivido demasiado y conoce las cosas demasiado
bien. Sin mi ayuda, ha desarrollado facetas que he llegado incluso a admirar.
Físicamente está inspirada en mí... me hubiera resultado difícil
empezar a jugar rol con un cuerpo diametralmente opuesto. En cuanto a carácter,
aunque Deirdre ha cambiado mucho a lo largo de los años, tiene rasgos que
permanecen. Todavía posee ese optimismo que ha sido su marca registrada desde
el principio. Es inteligente, y tiene un gran sentido del humor. Si se lo propone,
puede ser bastante cómica, aunque en un principio es un personaje serio. Es
notablemente fuerte. Su arma de combate favorita es el arco largo, pero en realidad
le disgusta pelear y sólo lo hace cuando es absolutamente necesario. Practica
la magia como afición particular, pero a la hora de luchar, es su último
recurso. Lo que más le gusta es cantar, y por lo general ella misma compone
la música que interpreta en su arpa portátil. No es capaz de resistirse
ante una solicitud de ayuda, y eso la lleva a meterse en toda clase de dificultades.
Le fascinan las amistades, y no hay nada que le dé más placer que el
tener amigos ni más dolor que la pérdida de uno. Deirdre no es aventurera
por naturaleza, pero sería capaz de seguir al infierno a sus amigos. Los que
se hagan amigos de Deirdre, por su parte, pueden sentirse bastante afortunados, pues
cuentan con una compañera valiente, tenaz y tercamente fiel. En lo personal
ella es el tipo de amiga que me gustaría tener.
Desde hace ya algún tiempo, Deirdre trascendió el mundo de los juegos
de rol para convertirse en cabeza de algunos proyectos, y en personaje secundario
de otros.