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Notas para "El Santuario del mar".

El Santuario fue la primera historia que escribí sobre la parte noroeste del continente conocido de Tyander... sí, esa zona que está claramente inspirada en Irlanda y Gales. También resultó ser la primera aparición de una de mis razas, los dúla, la gente del mar.


Fue una historia que tuvo mucho tiempo de fermentación... pues entre que comencé a inventarla hasta que por fin la terminé (por 1992) transcurrió cerca de un año. La estuve pensando muchísimo tiempo sin escribir un sólo renglón... y el primer párrafo que hice, según Gabriel, era desastroso. Posiblemente sí lo era, puesto que tenía tanto miedo de que la historia se me escapara, que empecé a redactarla con mucha prisa. Y mis preocupaciones estaban más puestas en los personajes y la ambientación que en la línea argumental.


Pero vamos al principio. A diferencia de muchas otras de mis historias, ésta no me fue sugerida en sueños. Lo que haya de argumental en ella es totalmente mío. Pero con respecto al ambiente, hay que conceder los créditos necesarios. :)


Por el 91, acababa de jugar un maravilloso videojuego RPG de Squaresoft llamado Final Fantasy, para NES. Si bien no era el primero de su tipo que jugaba (conocía el Dragon Warrior, o Dragon Quest, y la serie de Zelda), sí que era el primero donde la ambientación mostraba un derroche de creatividad y donde la línea argumental era mucho más que ir de aventura en aventura. Ni que decir que me impresioné con la visión de Square (soy su devota seguidora desde entonces). Pero todavía faltaba.


En ese tiempo, también, estaba leyendo “Las Tumbas de Atuan”, el segundo libro de la trilogía de Terramar, de Ursula LeGuin. Me acuerdo que las primeras páginas, que hablan de la entrada a un templo muy solemne y oscuro, las acompañé con la melodía Caislean Oir, de Clannad. Me pude imaginar perfectamente los pilares del templo, y sus recovecos sombríos. Y ahí es donde Final Fantasy volvió a entrar a escena. Una de las partes del juego se llevaba a cabo en una ciudad costera donde había un templo en el mar. Ese templo era una construcción de varios niveles, la mayor parte sumergidos... pero en el interior habitaba un monstruo, el demonio del agua, que había hecho que la marea subiera, que se inundaran los niveles superiores del templo y que amenazaba con hundir toda la ciudad. ¿Ahora sí suena algo conocido? Efectivamente, de ahí surgió la idea para El santuario.
La idea para la ambientación, al menos. La verdad es El santuario es, para variar, una historia de relaciones humanas. Sigue las aventuras y desventuras de tres seres humanos, desde su adolescencia hasta su madurez, y todas rodeadas de esos elementos secundarios que fueron una guerra de guerrillas, un monstruote Ctulhiano y una línea argumental.
A muchas personas las desconcertó que mis protagonistas, en la parte climática de la historia, fueran mayores de cuarenta años. Mis personajes suelen ser adolescentes o adultos jóvenes. No sé qué tan creíble resultó tratarlos en términos de su edad... porque, después de todo, Elián es la eterna joven, Lwyr siempre fue un adulto y Aconor... bueno, Aconor es Aconor. Pero era importante hablar de personas que han vivido muchas experiencias juntos, y que han cambiado con el paso de los años. Tenían que haber dejado pasar muchos años sin verse para pensar y descubrir lo que sentían por cada uno.

Cuando, en un trío, uno de los elementos es de sexo contrario, por supuesto que ya sabemos qué esperar: un triángulo amoroso. Y en El santuario es exactamente lo que pasa. Pero, si bien eso del triángulo se veía venir, no quise que ocurriera en absoluto de la forma tradicional... de ahí la idea del menage a trois entre Elián, Aconor y Llwyr. Me pareció que hubiera sido lo más lógico y lo menos hipócrita que podá sucederles... un jugueteo de cortejos y todo eso hubiera quedado totalmente fuera de lugar. Después de todo, estaban en guerra... y cuando se está en guerra las restricciones sociales se pasan por alto. Si tienes una mujer, decían, hay que compartirla... pero en este caso nadie habla de tener ni de compartir, porque Elián se pertenece a sí misma. Aconor tuvo la idea, pero fue a él también al que se le ocurrió salir a las aventuras, trabajar en equipo y comer cierta clase de comida. Aconor era el organizador de mil planes, y Elián y Llwyr los aprobaban. Por cierto, alguna vez me preguntaron si Elián había tenido relaciones primero con Aconor o con Llwyr, y aunque al principio no supe qué decir, pensé que probablemente con Llwyr, porque Aconor era bueno para decir las cosas, pero no para hacerlas él mismo. Lo que sin temor a equivocarme puedo afirmar es que Llwyr fue el primero en tener sexo por amor... él descubrió que amaba a Elián mucho antes de que Elián y Aconor descubrieran lo que sentían el uno por el otro.


Con respecto a los elementos secundarios, hay un par de cosas qué decir. El primero fue la guerra. Sí... se ve que está ahí de relleno. Una guerra con un invasor extranjero, clásico y tirano, y la rebelión contra él, de la cuál forman parte nuestros héroes, y que en realidad no brilla mucho... El tirano, un tal Erebus (inventé al azar la palabra, no tenía idea de que ya existía) jamás aparece... es un elemento invsible. Su contraparte es otro personaje invisible, Ffonydd de Bryn Aur, uno de los líderes de la rebelión y amigo de nuestros héroes... que también es el clásico líder rebelde, buena persona y amable, y hasta puede que un poquito listo. Creo que la presencia de los dos y de su conflicto apenas se deja sentir.


El segundo es el monstruo Ctulhiano que habita en el santuario... el Hyd Crawrt. La “y” se pronuncia como una schwa, la “i” de “girl” en inglés, y el resto es tal como si se leyera en español... así que, como lo ven, el resultado final tiene un sonido desagradable... casi tan desagradable como los nombres que Lovecraft inventaba para sus lindas criaturitas. ¿Qué es en sí el Hyd Crawrt? Antes que nada es un pretexto. La historia necesitaba un poco de acción y monstruitos. Además, sirve para acusar un poco más la deuda que tengo con el Demonio del Agua, el Kraken de Final Fantasy, y aún cuando no aparece en realidad sino hasta el final... es el miedo de los primeros párrafos, el miedo de los sueños de Elián y el miedo del clímax. Pero si hablamos de Tyander... posiblemente es uno de esos seres venidos de las estrellas de los que habla la cultura dúla, la primera presencia extraterrestre (aunque esto no lo saben los habitantes de Tyander) en rondar este mundo. ¿Suena conocido? Claro que sí. Lovecraft. Ctulhu. Nadie niega la influencia.


Si retiraráramos ambos elementos, lo primordial de la historia no se afectaría. Pero supongo que quedaría bastante aburrida... demasiadas conversaciones.


Elián-ar-Eadran y la tía Finnela fueron dos pequeñas presencias cuyo único objetivo era darle a Elián una sensación de pertenencia y familia. La tía Finnela aparece brevemente en la segunda parte de El santuario (que aún no termino), pero de Elián-ar-Eadran no volveremos a hablar. ¿Por qué? Tal vez porque lo que habría qué contar sobre él no sería muy diferente de la típica historia del guerrero decepcionado. Y como ya tengo muchos así, preferí hacerlo a un lado.


Los únicos personajes no protagónicos que tienen más de dos líneas son Roda y la niña dúla. La primera, tan maltratada por Llwyr como por mí, tuvo un modelo real... cierta conocida mía que hablaba como si se estuviera durmiendo y era capaz de hacer cualquier cosa siempre y cuando la obligaran. Era guapa y pálida, también, y siempre parecía que estaba a punto de morir (o matar) de aburrimiento. De su propio matrimonio no sé nada, pero espero sinceramente que no haya sido tan malo como el de Roda... aunque ella no se muestra en absoluto descontenta. Roda es un verdadero marisco... sigue la corriente con toda la indiferencia del mundo. En la segunda parte de El santuario tal vez se consiga un amante. Tal vez, tal vez... si es que no nos da demasiada flojera a las dos.


En cuanto a la niña del mar... esa salió de mi cabeza, y ya. Me puse a hacerla hablar de la forma en la que, según creía, una persona que recién habla un idioma lo haría. En aquel entonces no había pensado muy bien en cómo sería la estructura de la lengua dúla, a la que comparé, en lo complicado, con el chino... me comentaron algunas personas que la forma de hablar de la niña confundía un poco, qué por qué no utilicé el estilo Tarzan (“yo Tarzán, tú Jane”) etc. etc. Pero si hay algo que siempre me desagradó fue eso... pienso que alguien que aprende un idioma, sobre todo si vive al lado de donde se habla, al menos va a saber algunas conjugaciones. Así que lo que hice fue que no se moviera de un sólo tiempo gramatical, y le causé algunos problemas con las preposiciones. Su “tú no tienes miedo” quiere decir “no tengas miedo”.


Para finalizar, algunas palabras sobre la continuación de El santuario, que espero terminar pronto. Es una historia que me va a costar trabajo, pues está muy sacada a tirones. El estilo es diferente... separado por casi seis años. ¿Una segunda parte innecesaria? Creo que no... creo que va a servir para aclarar algunas cosas. Puedo adelantarles algo: van a salir dos nuevos personajes, Triona (que le da su nombre a la historia) y Tagáim-ar-Uwchben (veinte años más tarde, el maestro de Deirdre de Aurcoydan). Los dos tienen algo que ver con Elián... ella, por cierto, va a tener su primera confrontación a campo abierto con Erebus. Aconor va a tener graves problemas, y Llwyr... bueno, Llwyr decidirá, por fin, ir a la conquista del amor de su vida...

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